En una entrada anterior referida al reportaje dedicado por el diario ABC a Alberto de Palacio y Elissague con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento me preguntaba por el momento en que pudieron iniciarse las primeras informaciones que, en una sucesión de no fácil seguimiento, han ido enturbiando a lo largo de los años la biografía conocida del arquitecto.

En la primera página interior del mismo ejemplar del diario, el Marqués de Desio hacía una glosa de De Palacio que abundaba en los términos elogiosos hacia su persona. Que el escrito ensalce la figura del biografiado puede ser algo totalmente razonable dado que, según indicaba, el marqués se encontraba «entre las per­sonas que tuvimos el honor de conocerle«. Pero, si conoció al arquitecto, cabe considerar entonces que afirmaciones tales como: «sus lar­gos estudios en el extranjero«, «terminó brillantemente la ca­rrera (de arquitectura) con el número 1» o «En París es alumno de la Escuela Politécnica y, de nuevo en Barcelona, obtiene el título correspondiente en la Facultad de Ciencias«, proceden de conversaciones con el propio De Palacio. O eso, o bien las tomó de algún texto escrito anterior o, simplemente, se las inventó. En cualquier caso, afirmaciones como estas, que se han tomado como ciertas y se han repetido con posterioridad, han contribuido a enmarañar y llenar de niebla todo lo que rodea la figura de Alberto de Palacio y Elissague.

Insiste finalmente el marqués de Desio en otorgarle la autoría sin ningún tipo de matices de «la estación del Mediodía y el Palacio de Cristal del Retiro» en Madrid. Y finalmente asegura que «Sus aficiones a la Medicina, especial­mente a la higiene, le encaminaron al estudio de hospitales y clínicas, utilizando la experiencia adquiri­da durante tres años que estuvo trabajan­do como ayudante en los principales hospitales de París«. Este es un hecho tan ajeno a sus estudios e interés por la arquitectura así como a su desempeño profesional, que resulta muy poco probable y del que tampoco existe hasta este momento ninguna constancia documental, por lo que su credibilidad es más que cuestionable. El lector podrá juzgar tras la lectura del texto.

ANEXO: Artículo publicado por el Marqués de Desio en ABC en 1956. José Antonio de Sangróniz y Castro, Marqués de Desio (Algorta, Vizcaya, 1895 – Madrid, 1980) fue un diplomático, gastrónomo, genealogista y académico de número de la Real Academia de la Historia.

ABC Madrid. Lunes 26 de noviembre de 1956

Alberto de Palacio y Elissague

Centenario del nacimiento de Don Alberto de Palacio. ABC, 26 de noviembre de 1956. / Colección Joaquín Cárcamo.

CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE DON ALBERTO DE PALACIO

EN este mes de noviembre  se cumple el pri­mer centenario del nacimiento de un es­pañol ejemplar: el arquitecto y hombre de ciencia don Alberto de Palacio.

Perteneció Palacio a ese grupo de es­pañoles, a caballo entre el siglo XIX y el siglo XX, que floreció como reacción fren­te al estupor causado por la pérdida de los últimos restos de nuestro imperio co­lonial.

Palacio, como Cajal, como Torres Quevedo y como tantos otros en el campo de sus respectivas actividades   científicas, vino a desempeñar un papel parecido al que en la crítica his­tórica, en la filosofía y en la literatura, cumplió a aquellos hombres que hemos venido en llamar la generación del 98.

Alberto de Palacio, vasco cien por cien, adornado con las vir­tudes y sometido a las inquietudes y cu­riosidades de su raza, fue espíritu abierto a todas las preocupaciones científicas de fin de siglo. Sus me­dios económicos le permitieron estable­cer contacto con los grandes prestigios eu­ropeos de la técnica no sólo en lo que fue su especifica profesión, sino en otras actividades, como la medicina, la geodesia y la astronomía, don­de sus conocimientos causaban verdadero estupor entre las per­sonas que tuvimos el honor de conocerle.

Aparte de sus lar­gos estudios en el extranjero, su formación intelectual se realizó en Barcelona, en cuya Escuela de Arquitectura terminó brillantemente la ca­rrera con el número 1 y, al otorgarle el título, se reunió el Claus­tro de profesores en honor suyo, relevándole de la obligación de pasar la revá­lida, por la extraordinaria capacidad que había demostrado. En París es alumno de la Escuela Politécnica y, de nuevo en Barcelona, obtiene el título correspondiente en la Facultad de Ciencias.

Lo interesante de Alberto de Palacio no sólo es su capacidad técnica, sino su extraordinaria imaginación, que le llevó hacia el camino de los experimentos y de las invenciones. Relatar la obra de Pala­cio y reproducir el catálogo de sus proyec­tos y realizaciones, seria desproporciona­do con esta sucinta nota biográfica, pero no es posible dejar de destacar la obra que en aquel tiempo le dio mayor fama y popularidad el famoso puente colgante sobre el Nervión, entre Las Arenas y Portugalete, que todavía queda allí como ma­nifestación viva del genio creador de aquel vasco ilustre. El puente Vizcaya se ha incorporado al folklore bilbaíno y, con sus graciosas líneas, a la heráldica parlante de aquella industriosa región, logrando para Bilbao lo que Eiffel logró para Pa­rís, es decir: que cuando en un gráfico cualquiera se quiere simbolizar la capital de Vizcaya, se utiliza el esquema del famoso puente, como la torre Eiffel simboliza la gracia del París de aquella misma época.

E1 puente de Viz­caya, para cuya ter­minación tuvo que luchar Palacio con las dificultades públicas y privadas, que normalmente encuentra todo genio creador, fue inaugurado solemnemente el 28 de julio de 1893, y Su Majestad la Reina Cristina, Regente del Reino, envió como representante especial a la Infanta doña Isabel. Con este motivo Bilbao, el Nervión y los pueblos ribereños celebraron con entusiasmo aquel acontecimiento, que tuvo rango universal, pues toda la Pren­sa del mundo comentó la nueva obra, re­produciéndola gráfi­camente en los co­mentarios  más elo­giosos.

Madrid debe al in­genio de Palacio, entre muchas obras, dos que caracterizan los gustos de fin de siglo: la estación del Mediodía y el Palacio de Cristal del Retiro.

Sus aficiones a la Medicina, especial­mente a la higiene, le encaminaron al estudio de hospitales y clínicas, utilizando la experiencia adquiri­da durante tres años que estuvo trabajan­do como ayudante en los principales hospitales de París. De ahí proviene su amistad con Cajal y con Esquerdo, para el que construyera el actual manicomio de Carabanchel.

Además de todo esto, Alberto Palacio era un hombre de mundo y de buen gusto. En su finca de Villaverde Alto, vecina a Madrid, logró reunir una de las mejores bibliotecas especializadas de España y. allí instaló los laboratorios para sus estudios e investigaciones.

Parece que la Providencia iba a per­mitir a aquel hombre, bueno y sabio, pa­sar la última etapa de su vida gozando de un bien ganado descanso, entre el re­poso d« su biblioteca y la serenidad de los campos, pero no fue así; al estallar la guerra civil española sufre cautiverio en la Cárcel Modelo, de Madrid, que que­branta no sólo su salud física, sino su equilibrio moral, pudiendo morir en Las Arenas en el año 1939 muy pasados los ochenta años y con el dolor de saber saqueadas sus colecciones y biblioteca y volada su obra más querida, el puente Vizcaya, de Bilbao.

El Marqués DE DESIO

De la Real Academia de la Historia

 

ARCHIVO: Entradas anteriores sobre Alberto de Palacio y el Puente Vizcaya.

El puente Vizcaya (1893-2023) ha cumplido 130 años

Alberto de Palacio y Elissague en ABC ¿la primera hagiografía?

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